ESPECIALIZACIÓN INFORMÁTICA EDUCATIVA

miércoles, 18 de febrero de 2015

TEXTO CIENTÍFICO TECNICO, GRADO 11


Vamos a trabajar con el siguiente texto sobre los moluscos:

Molusco (del lat. Molluscus, blando) Zool. Tipo o filum animal con aprox. 120.000 especies, perteneciente a los deteróstomos. Los moluscos tienen piel blanda y sin protección, con frecuencia recubierta por la secreción del pliegue del manto, la concha. Han desarrollado una forma especial en la parte inferior del cuerpo, denominada pie, lo que permite que se desplacen arrastrándose.  Se divide en dos subtipos. Los anfineuros son más primitivos. Exclusivamente marinos, están provistos de dos pares de cordones nerviosos, que atraviesan el cuerpo y forman una especie de sistema nervioso en escalera triple por medio de cordones conectivos. Las clases solenogastros, con 140 especies, y placóforos, con más de 1.000 especies, pertenecen a este grupo. El segundo subtipo, conchíferos, comprende aquellos moluscos provistos de verdaderas conchas continuas. En él se distinguen cuatro clases: los gasterópodos, con aprox. 85.0000 especies, los escafópodos, con aprox. 300 especies; los bivalvos, con aprox. 25.000 especies y los cefalópodos, con aprox. 8.500 especies.
(Tomado de Enciclopedia Clarín, Tomo 17. Bs. As. 1999). 
1. Señalá la definición de molusco.
2. Haz un cuadro sinóptico que permita entender claramente cómo se clasifican.
3. A este texto expositivo le faltan ejemplos sobre las especies de cada tipo. Busca algunos e incorpóralos al cuadro que  hiciste

TEXTOS CIENTÍFICOS Y TÉCNICOS 

Sin duda, uno de los rasgos que caracterizan nuestra época es el fuerte impulso que han recibido la investigación científica y las nuevas tecnologías. En este desarrollo, el uso del lenguaje tiene un papel primordial para la correcta descripción de los hechos de la ciencia y de la técnica. De ahí la necesidad de conocer las principales características lingüísticas de los textos científicos y técnicos. Además, el protagonismo de estos campos del saber ha propiciado la creación de un alud de palabras de carácter científico y técnico. Aunque la inmensa mayoría de estas palabras tienen un uso restringido, lo cierto es que la sociedad en general está cada vez más familiarizada con ellas. Así, no resulta extraño que personas no especialistas hablen del software, de un bypass o de los internautas. Los términos técnicos y científicos influyen de tal manera en la sociedad que algunos de ellos traspasan el ámbito concreto al que pertenecen. Así, algunas palabras de gran tradición científica, como filosofía, han pasado a ser usadas de otra manera cuando decimos, por ejemplo, que la filosofía de un entrenador de fútbol es fundamental para el equipo. Y ¿quién no emplea de vez en cuando las expresiones salirse por la tangente y estar en la onda? En ciertos campos del saber, como la informática, se han creado verbos de uso popular como chatear, cliquear, zipear y formatear. Incluso algunos términos se han vulgarizado.

 1. Características de los textos científicos y técnicos

 Los textos científicos y técnicos son aquellos que se emplean en la creación, investigación y divulgación de la ciencia y de la tecnología. Sus principales rasgos son los siguientes: Son textos caracterizados por su claridad. En la redacción de los textos científicos y técnicos se busca siempre la máxima objetividad. El fin primordial de estos textos es la transmisión objetiva de información sobre la realidad, de manera que la función del lenguaje con la que se relacionan es la representativa o referencial. Los textos científicos y técnicos poseen una terminología específica, palabras o expresiones propias de cada rama de la ciencia o la tecnología. 

2 En algunos ámbitos científicos, el lenguaje natural se mezcla con lenguajes artificiales o formales, como los símbolos matemáticos y lógicos, las fórmulas químicas y físicas, los diagramas arbóreos en lingüística, etc. Estas representaciones no suelen ser independientes, ya que siempre es necesario el lenguaje verbal para explicar, interpretar o ampliar sus contenidos. El tipo de escrito con el que se relacionan estos textos es el expositivo-argumentativo, aunque también se utiliza bastante la descripción objetiva. 

2. El vocabulario científico y técnico 

Una de las características principales de los textos científicos y técnicos es que presentan un léxico específico, constituido por términos propios de las distintas ciencias. Estas palabras se denominan tecnicismos. La cantidad de tecnicismos en las lenguas es cada vez mayor, debido a que las ramas de la ciencia y de la técnica son cada vez más numerosas. Esta situación ha llevado a la elaboración de diccionarios específicos de cada disciplina.

2.1. Características de los tecnicismos Los términos científicos y técnicos son monosémicos y unívocos; se caracterizan por la ausencia de polisemia, homonimia y connotación. Palabras y expresiones como aneurisma, tionema, pistilo, aírbag, coseno... poseen un solo significado posible. Otra característica de los tecnicismos es su inestabilidad: generalmente estos términos están sometidos a la presión de los cambios en la investigación y del surgimiento de nuevas teorías y escuelas que obligan a buscar nuevos nombres para realidades que ya tenían el suyo. Por ejemplo, el complemento de régimen también es llamado suplemento en algunas teorias gramaticales. 

2.2. Los neologismos científicos Cuando se crean palabras para hablar de nuevas realidades científicas hablamos de neologismos científicos (trombosis, módem, hidrógeno, isobaras... ). Los neologismos científicos pueden tener orígenes diversos: Un gran porcentaje de palabras científicas tiene su origen en las lenguas clásicas: el latín y el griego (anestesia, hemiplejia, ósmosis). Además, algunos componentes griegos y latinos han quedado fijados para la creación de tecnicismos: -logía (biología, dermatología ... ), micro- (microestructura, microcosmos, microorganismos ... ), -algia (cefalalgia, neuralgia...), -itis (otitis, apendicitis ... ). Los neologismos científicos del castellano pueden formarse también por medio de la derivación (hormigonera, aspiradora, petrolero...) y la composición (lavavajillas, friegaplatos, limpiafondos...) Otros mecanismos de creación de neologismos científicos son: la formación de grupos sintácticos (ácido carbónico, nitrato férrico amónico...), el cambio de categoría gramatical (lavadora y enceradora han pasado de adjetivos a sustantivos), la asignación de nuevos significados a palabras ya existentes (ratón del ordenador) y el empleo de las siglas (ADN, PVC...) En la actualidad, los tecnicismos proceden en su mayoría del inglés, debido a que Estados Unidos se ha convertido en la primera potencia de exportación científica y tecnológica. 


Texto 

¿Qué tenemos en común con moscas, gusanos, levaduras y ratones? No mucho, según parece a simple vista. Pero los investigadores de la empresa privada y los universitarios están utilizando los genomas de esos denominados organismos modelo para estudiar diversas enfermedades humanas, entre ellas el cáncer y la diabetes. [ ... ] La secuencia del genoma de la mosca de la fruta Drosophila melanogaster se completó este pasado mes de marzo. [ ... ]. Descubrieron que el 60 por ciento de los 289 genes de enfermedades humanas conocidos tienen su equivalente en las moscas y que unas 7000 (50 por ciento) de todas [as proteínas de la mosca muestran semejanzas con las proteínas de mamífero conocidas. 

Uno de los genes de la mosca con un equivalente humano es el p53, un gen denominado supresor tumoral que, cuando muta, permite que la célula se vuelva cancerosa. El gen p53 forma parte de una vía molecular que induce al suicidio a las células que han sufrido daño genético irreparable. Varios investigadores [ ... ] identificaron en marzo la versión de[ p53 de la mosca y encontraron que, exactamente igual que sucede con las células humanas, las de la mosca en las que se inactiva la proteína p53 pierden su capacidad de autodestruirse después de sufrir un daño genético, pasando a crecer sin tasa. 

Semejanzas como esta hacen de la mosca un buen modelo para estudiar los acontecimientos que subyacen al cáncer humano. 

JULIA KAROW, en Investigación y Ciencia, septiembre de 2000


CONTESTA:
1. Ubica el contexto en dónde podrías encontrar esta tipología textual.
2. Escribe en 4 renglones en contenido del texto.
3. Cuál es la estructura del texto y qué dice cada una
4. Analiza la lengua utilizada en la escritura del texto

5. escribe una evaluación crítica y una conclusión para el texto.

jueves, 5 de febrero de 2015

LITERATURA DEL BOOM LATINOAMERICANO GRADO 9

HISTORIAS DE CRONOPIOS Y DE FAMAS
Julio Cortázar
Viajes
Cuando los famas salen de viaje, sus costumbres al pernoctar en una ciudad son las siguientes: Un fama va al hotel y averigua cautelosamente los precios, la calidad de las sábanas y el color de las alfombras. El segundo se traslada a la comisaría y labra un acta declarando los muebles e inmuebles de los tres, así como el inventario del contenido de sus valijas. El tercer fama va al hospital y copia las listas de los médicos de guardia y sus especialidades.
Terminadas estas diligencias, los viajeros se reúnen en la plaza mayor de la ciudad, se comunican sus observaciones, y entran en el café a beber un aperitivo. Pero antes se toman de las manos y danzan en ronda. Esta danza recibe el nombre de "Alegría de los famas".
Cuando los cronopios van de viaje, encuentran los hoteles llenos, los trenes ya se han marchado, llueve a gritos, y los taxis no quieren llevarlos o les cobran precios altísimos. Los cronopios no se desaniman porque creen firmemente que estas cosas les ocurren a todos, y a la hora de dormir se dicen unos a otros: "La hermosa ciudad, la hermosísima ciudad". Y sueñan toda la noche que en la ciudad hay grandes fiestas y que ellos están invitados. Al otro día se levantan contentísimos, y así es como viajan los cronopios.
Las esperanzas, sedentarias, se dejan viajar por las cosas y los hombres, y son como las estatuas que hay que ir a verlas porque ellas ni se molestan.

COMERICIO

Los famas habían puesto una fábrica de mangueras, y emplearon a numerosos cronopios para el enrollado y depósito. Apenas los cronopios estuvieron en el lugar del hecho, una grandísima alegría. Había mangueras verdes, rojas, azules, amarillas y violetas. Eran transparentes y al ensayarlas se veía correr el agua con todas sus burbujas y a veces un sorprendido insecto. Los cronopios empezaron a lanzar grandes gritos, y querían bailar tregua y bailar catala en vez de trabajar. Los famas se enfurecieron y aplicaron en seguida los artículos 21, 22 y 23 del reglamento interno. A fin de evitar la repetición de tales hechos.
Como los famas son muy descuidados, los cronopios esperaron circunstancias favorables y cargaron muchísimas mangueras en un camión. Cuando encontraban una niña, cortaban un pedazo de manguera azul y se la obsequiaban para que pudiese saltar a la manguera. Así en todas las esquinas se vieron nacer bellísimas burbujas azules transparentes, con una niña adentro que parecía una ardilla en su jaula. Los padres de la niña aspiraban a quitarle la manguera para regar el jardín, pero se supo que los astutos cronopios las habían pinchado de modo que el agua se hacía pedazos en ellas y no servía para nada. Al final los padres se cansaban y la niña iba a la esquina y saltaba y saltaba.
Con las mangueras amarillas los cronopios adornaron diversos monumentos, y con las mangueras verdes tendieron trampas al modo africano en pleno rosedal, para ver cómo las esperanzas caían una a una. Alrededor de las esperanzas caídas los cronopios bailaban tregua y bailaban catala, y las esperanzas les reprochaban su acción diciendo así:
¡Crueles cronopios cruentos!. ¡Crueles!
Los cronopios, que no deseaban ningún mal a las esperanzas, las ayudaban a levantarse y les regalaban pedazos de manguera roja. Así las esperanzas pudieron ir a sus casas y cumplir el más intenso de sus anhelos: regar los jardines verdes con mangueras rojas.
Los famas cerraron la fábrica y dieron un banquete lleno de discursos fúnebres y camareros que servían el pescado en medio de grandes suspiros. Y no invitaron a ningún cronopio, y solamente a las esperanzas que no habían caído en las trampas del rosedal, porque las otras se habían quedado con pedazos de manguera y los famas estaban enojados con esas esperanzas.



LA NOCHE EN QUE LO DEJARON SOLO

Juan Rulfo

-¿Por qué van tan despacio? -les preguntó Feliciano Ruelas a los de adelante-. Así acabaremos por dormirnos. ¿Acaso no les urge llegar pronto?
-Llegaremos mañana amaneciendo -le contestaron.
Fue lo último que les oyó decir. Sus últimas palabras. Pero de eso se acordaría después, al día siguiente.
Allí iban los tres, con la mirada en el suelo, tratando de aprovechar la poca claridad de la noche.
"Es mejor que esté oscuro. Así no nos verán." También habían dicho eso, un poco antes, o quizá la noche anterior. No se acordaba. El sueño le nublaba el pensamiento.
Ahora, en la subida, lo vio venir de nuevo. Sintió cuando se le acercaba, rodeándolo como buscándole la parte más cansada. Hasta que lo tuvo encima, sobre su espalda, donde llevaba terciados los rifles.
Mientras el terreno estuvo parejo, caminó deprisa. Al comenzar la subida, se retrasó; su cabeza empezó a moverse despacio, más lentamente conforme se acortaban sus pasos. Los otros pasaron junto a él, ahora iban muy adelante y él seguía balanceando su cabeza dormida.
Se fue rezagando. Tenía el camino enfrente, casi a la altura de sus ojos. Y el peso de los rifles. Y el sueño trepado allí donde su espalda se encorvaba.
Oyó cuando se le perdían los pasos: aquellos huecos talonazos que habían venido oyendo quién sabe desde cuándo, durante quién sabe cuántas noches: "De la Magdalena para allá, la primera noche; después de allá para acá, la segunda, y ésta es la tercera. No serían muchas -pensó-, si al menos hubiéramos dormido de día". Pero ellos no quisieron: Nos pueden agarrar dormidos -dijeron-. Y eso sería lo peor.
-¿Lo peor para quién?
Ahora el sueño le hacía hablar. "Les dije que esperaran: vamos dejando este día para descansar. Mañana caminaremos de filo y con más ganas y con más fuerzas, por si tenemos que correr. Puede darse el caso."
Se detuvo con los ojos cerrados. "Es mucho -dijo-. ¿Qué ganamos con apurarnos? Una jornada. Después de tantas que hemos perdido, no vale la pena". En seguida gritó: "¿Dónde andan?"
Y casi en secreto: "Váyanse, pues. ¡Váyanse!"
Se recostó en el tronco de un árbol. Allí estaban la tierra fría y el sudor convertido en agua fría. Ésta debía de ser la sierra de que le habían hablado. Allá abajo el tiempo tibio, y ahora acá arriba este frío que se le metía por debajo del gabán: "Como si me levantaran la camisa y me manosearan el pellejo con manos heladas."
Se fue sentando sobre el musgo. Abrió los brazos como si quisiera medir el tamaño de la noche y encontró una cerca de árboles. Respiró un aire oloroso a trementina. Luego se dejó resbalar en el sueño, sobre el cochal, sintiendo cómo se le iba entumeciendo el cuerpo.

Lo despertó el frío de la madrugada. La humedad del rocío.
Abrió los ojos. Vio estrellas transparentes en un cielo claro, por encima de las ramas oscuras.
"Está oscureciendo", pensó. Y se volvió a dormir.
Se levantó al oír gritos y el apretado golpetear de pezuñas sobre el seco tepetate del camino. Una luz amarilla bordeaba el horizonte.
Los arrieros pasaron junto a él, mirándolo. Lo saludaron: "Buenos días", le dijeron. Pero él no contestó.
Se acordó de lo que tenía que hacer. Era ya de día. Y él debía de haber atravesado la sierra por la noche para evitar a los vigías. Este paso era el más resguardado. Se lo habían dicho.
Tomó el tercio de carabinas y se las echó a la espalda. Se hizo a un lado del camino y cortó por el monte, hacia donde estaba saliendo el sol. Subió y bajó, cruzando lomas terregosas.
Le parecía oír a los arrieros que decían: "Lo vimos allá arriba. Es así y asado, y trae muchas armas."
Tiró los rifles. Después se deshizo de las carrilleras. Entonces se sintió livianito y comenzó a correr como si quisiera ganarles a los arrieros la bajada.
Había que "encumbrar, rodear la meseta y luego bajar". Eso estaba haciendo. Obre Dios. Estaba haciendo lo que le dijeron que hiciera, aunque no a las mismas horas.
Llegó al borde de las barrancas. Miró allá lejos la gran llanura gris.
"Ellos deben estar allá. Descansando al sol, ya sin ningún pendiente", pensó.
Y se dejó caer barranca abajo, rodando y corriendo y volviendo a rodar.
"Obre Dios", decía. Y rodaba cada vez más en su carrera.
Le parecía seguir oyendo a los arrieros cuando le dijeron: "¡Buenos días!" Sintió que sus ojos eran engañosos. Llegarán al primer vigía y le dirán: "Lo vimos en tal y tal parte. No tardará el estar por aquí."
De pronto se quedó quieto.
"¡Cristo!", dijo. Y ya iba a gritar: "¡Viva Cristo Rey!", pero se contuvo. Sacó la pistola de la costadilla y se la acomodó por dentro, debajo de la camisa, para sentirla cerquita de su carne. Eso le dio valor. Se fue acercando hasta los ranchos del Agua Zarca a pasos queditos, mirando el bullicio de los soldados que se calentaban junto a grandes fogatas.
Llegó hasta las bardas del corral y pudo verlos mejor; reconocerles la cara: eran ellos, su tío Tanis y su tío Librado. Mientras los soldados daban vuelta alrededor de la lumbre, ellos se mecían, colgados de un mezquite, en mitad del corral. No parecían ya darse cuenta del humo que subía de las fogatas, que les nublaba los ojos vidriosos y les ennegrecía la cara.
No quiso seguir viéndolos. Se arrastró a lo largo de la barda y se arrinconó en una esquina, descansando el cuerpo, aunque sentía que un gusano se le retorcía en el estómago.
Arriba de él, oyó que alguien decía:
-¿Qué esperan para descolgar a ésos?
-Estamos esperando que llegue el otro. Dicen que eran tres, así que tienen que ser tres. Dicen que el que falta es un muchachito; pero muchachito y todo, fue el que le tendió la emboscada a mi teniente Parra y le acabó su gente. Tiene que caer por aquí, como cayeron esos otros que eran más viejos y más colmilludos. Mi mayor dice que si no viene de hoy a mañana, acabalamos con el primero que pase y así se cumplirán las órdenes.
-¿Y por qué no salimos mejor a buscarlo? Así hasta se nos quitaría un poco lo aburrido.
-No hace falta. Tiene que venir. Todos están arrendando para la Sierra de Comanja a juntarse con los cristeros del Catorce. Éstos son ya de los últimos. Lo bueno sería dejarlos pasar para que les dieran guerra a los compañeros de Los Altos.
-Eso sería lo bueno. A ver si no a resultas de eso nos enfilan también a nosotros por aquel rumbo.
Feliciano Ruelas esperó todavía un rato a que se le calmara el bullicio que sentía cosquillearle el estómago. Luego sorbió tantito aire como si se fuera a zambullir en el agua y, agazapado hasta arrastrarse por el suelo, se fue caminando, empujando el cuerpo con las manos.
Cuando llegó al reliz del arroyo, enderezó la cabeza y se echó a correr, abriéndose paso entre los pajonales. No miró para atrás ni paró en su carrera hasta que sintió que el arroyo se disolvía en la llanura.
Entonces se detuvo. Respiró fuerte y temblorosamente.

EL MUERTO

Jorge Luis Borges

Que un hombre del suburbio de Buenos Aires, que un triste compadrito sin más virtud que la infatuación del coraje, se interne en los desiertos ecuestres de la frontera del Brasil y llegue a capitán de contrabandistas, parece de antemano imposible. A quienes lo entienden así, quiero contarles el destino de Benjamin Otálora, de quien acaso no perdura un recuerdo en el barrio de Balvanera y que murió en su ley, de un balazo, en los confines de Río Grande do Sul. Ignoro los detalles de su aventura; cuando me sean revelados, he de rectificar y ampliar estas páginas. Por ahora, este resumen puede ser útil.
Benjamín Otálora cuenta, hacia 1891, diecinueve años. Es un mocetón de frente mezquina, de sinceros ojos claros, de reciedumbre vasca; una puñalada feliz le ha revelado que es un hombre valiente; no lo inquieta la muerte de su contrario, tampoco la inmediata necesidad de huir de la República. El caudillo de la parroquia le da una carta para un tal Azevedo Bandeira, del Uruguay. Otálora se embarca, la travesía es tormentosa y crujiente; al otro día, vaga por las calles de Montevideo, con inconfesada y tal vez ignorada tristeza. No da con Azevedo Bandeira; hacia la medianoche, en un almacén del Paso del Molino, asiste a un altercado entre unos troperos. Un cuchillo relumbra; Otálora no sabe de qué lado está la razón, pero lo atrae el puro sabor del peligro, como a otros la baraja o la música. Para, en el entrevero, una puñalada baja que un peón le tira a un hombre de galera oscura y de poncho. Éste, después, resulta ser Azevedo Bandeira. (Otálora, al saberlo, rompe la carta, porque prefiere debérselo todo a sí mismo.) Azevedo Bandeira da, aunque fornido, la injustificable impresión de ser contrahecho; en su rostro, siempre demasiado cercano, están el judío, el negro y el indio; en su empaque, el mono y el tigre; la cicatriz que le atraviesa la cara es un adorno más, como el negro bigote cerdoso.
Proyección o error del alcohol, el altercado cesa con la misma rapidez con que se produjo. Otálora bebe con los troperos y luego los acompaña a una farra y luego a un caserón en la Ciudad Vieja, ya con el sol bien alto. En el último patio, que es de tierra, los hombres tienden su recado para dormir. Oscuramente, Otálora compara esa noche con la anterior; ahora ya pisa tierra firme, entre amigos. Lo inquieta algún remordimiento, eso sí, de no extrañar a Buenos Aires. Duerme hasta la oración, cuando lo despierta el paisano que agredió, borracho, a Bandeira. (Otálora recuerda que ese hombre ha compartido con los otros la noche de tumulto y de júbilo y que Bandeira lo sentó a su derecha y lo obligó a seguir bebiendo.) El hombre le dice que el patrón lo manda buscar. En una suerte de escritorio que da al zaguán (Otálora nunca ha visto un zaguán con puertas laterales) está esperándolo Azevedo Bandeira, con una clara y desdeñosa mujer de pelo colorado. Bandeira lo pondera, le ofrece una copa de caña, le repite que le está pareciendo un hombre animoso, le propone ir al Norte con los demás a traer una tropa. Otálora acepta; hacia la madrugada están en camino, rumbo a Tacuarembó.
Empieza entonces para Otálora una vida distinta, una vida de vastos amaneceres y de jornadas que tienen el olor del caballo. Esa vida es nueva para él, y a veces atroz, pero ya está en su sangre, porque lo mismo que los hombres de otras naciones veneran y presienten el mar, así nosotros (también el hombre que entreteje estos símbolos) ansiamos la llanura inagotable que resuena bajo los cascos. Otálora se ha criado en los barrios del carrero y del cuarteador; antes de un año se hace gaucho. Aprende a jinetear, a entropillar la hacienda, a carnear, a manejar el lazo que sujeta y las boleadoras que tumban, a resistir el sueño, las tormentas, las heladas y el sol, a arrear con el silbido y el grito. Sólo una vez, durante ese tiempo de aprendizaje, ve a Azevedo Bandeira, pero lo tiene muy presente, porque serhombre de Bandeira es ser considerado y temido, y porque, ante cualquier hombrada, los gauchos dicen que Bandeira lo hace mejor. Alguien opina que Bandeira nació del otro lado del Cuareim, en Rio Grande do Sul; eso, que debería rebajarlo, oscuramente lo enriquece de selvas populosas, de ciénagas, de inextricable y casi infinitas distancias. Gradualmente, Otálora entiende que los negocios de Bandeira son múltiples y que el principal es el contrabando. Ser tropero es ser un sirviente; Otálora se propone ascender a contrabandista. Dos de los compañeros, una noche, cruzarán la frontera para volver con unas partidas de caña; Otálora provoca a uno de ellos, lo hiere y toma su lugar. Lo mueve la ambición y también una oscura fidelidad. Que el hombre (piensa) acabe por entender que yo valgo más que todos sus orientales juntos.
Otro año pasa antes que Otálora regrese a Montevideo. Recorren las orillas, la ciudad (que a Otálora le parece muy grande); llegan a casa del patrón; los hombres tienden los recados en el último patio. Pasan los días y Otálora no ha visto a Bandeira. Dicen, con temor, que está enfermo; un moreno suele subir a su dormitorio con la caldera y con el mate. Una tarde, le encomiendan a Otálora esa tarea. Éste se siente vagamente humillado, pero satisfecho también.
El dormitorio es desmantelado y oscuro. Hay un balcón que mira al poniente, hay una larga mesa con un resplandeciente desorden de taleros, de arreadores, de cintos, de armas de fuego y de armas blancas, hay un remoto espejo que tiene la luna empañada. Bandeira yace boca arriba; sueña y se queja; una vehemencia de sol último lo define. El vasto lecho blanco parece disminuirlo y oscurecerlo; Otálora nota las canas, la fatiga, la flojedad, las grietas de los años. Lo subleva que los esté mandando ese viejo. Piensa que un golpe bastaría para dar cuenta de él. En eso, ve en el espejo que alguien ha entrado. Es la mujer de pelo rojo; está a medio vestir y descalza y lo observa con fría curiosidad. Bandeira se incorpora; mientras habla de cosas de la campaña y despacha mate tras mate, sus dedos juegan con las trenzas de la mujer. Al fin, le da licencia a Otálora para irse.
Días después, les llega la orden de ir al Norte. Arriban a una estancia perdida, que está como en cualquier lugar de la interminable llanura. Ni árboles ni un arroyo la alegran, el primer sol y el último la golpean. Hay corrales de piedra para la hacienda, que es guampuda y menesterosa. El Suspiro se llama ese pobre establecimiento.
Otálora oye en rueda de peones que Bandeira no tardará en llegar de Montevideo. Pregunta por qué; alguien aclara que hay un forastero agauchado que está queriendo mandar demasiado. Otálora comprende que es una broma, pero le halaga que esa broma ya sea posible. Averigua, después, que Bandeira se ha enemistado con uno de los jefes políticos y que éste le ha retirado su apoyo. Le gusta esa noticia.
Llegan cajones de armas largas; llegan una jarra y una palangana de plata para el aposento de la mujer; llegan cortinas de intrincado damasco; llega de las cuchillas, una mañana, un jinete sombrío, de barba cerrada y de poncho. Se llama Ulpiano Suárez y es el capanga o guardaespaldas de Azevedo Bandeira. Habla muy poco y de una manera abrasilerada. Otálora no sabe si atribuir su reserva a hostilidad, a desdén o a mera barbarie. Sabe, eso sí, que para el plan que está maquinando tiene que ganar su amistad.
Entra después en el destino de Benjamín Otálora un colorado cabos negros que trae del sur Azevedo Bandeira y que luce apero chapeado y carona con bordes de piel de tigre. Ese caballo liberal es un símbolo de la autoridad del patrón y por eso lo codicia el muchacho, que llega también a desear, con deseo rencoroso, a la mujer de pelo resplandeciente. La mujer, el apero y el colorado son atributos o adjetivos de un hombre que él aspira a destruir.
Aquí la historia se complica y se ahonda. Azevedo Bandeira es diestro en el arte de la intimidación progresiva, en la satánica maniobra de humillar al interlocutor gradualmente, combinando veras y burlas; Otálora resuelve aplicar ese método ambiguo a la dura tarea que se propone. Resuelve suplantar, lentamente, a Azevedo Bandeira. Logra, en jornadas de peligro común, la amistad de Suárez. Le confía su plan; Suárez le promete su ayuda. Muchas cosas van aconteciendo después, de las que sé unas pocas. Otálora no obedece a Bandeira; da en olvidar, en corregir, en invertir sus órdenes. El universo parece conspirar con él y apresura los hechos. Un mediodía, ocurre en campos de Tacuarembó un tiroteo con gente riograndense; Otálora usurpa el lugar de Bandeira y manda a los orientales. Le atraviesa el hombro una bala, pero esa tarde Otálora regresa al Suspiro en el colorado del jefe y esa tarde unas gotas de su sangre manchan la piel de tigre y esa noche duerme con la mujer de pelo reluciente. Otras versiones cambian el orden de estos hechos y niegan que hayan ocurrido en un solo día.
Bandeira, sin embargo, siempre es nominalmente el jefe. Da órdenes que no se ejecutan; Benjamín Otálora no lo toca, por una mezcla de rutina y de lástima.
La última escena de la historia corresponde a la agitación de la última noche de 1894. Esa noche, los hombres del Suspiro comen cordero recién carneado y beben un alcohol pendenciero. Alguien infinitamente rasguea una trabajosa milonga. En la cabecera de la mesa, Otálora, borracho, erige exultación sobre exultación, júbilo sobre júbilo; esa torre de vértigo es un símbolo de su irresistible destino. Bandeira, taciturno entre los que gritan, deja que fluya clamorosa la noche. Cuando las doce campanadas resuenan, se levanta como quien recuerda una obligación. Se levanta y golpea con suavidad a la puerta de la mujer. Ésta le abre en seguida, como si esperara el llamado. Sale a medio vestir y descalza. Con una voz que se afemina y se arrastra, el jefe le ordena:

-Ya que vos y el porteño se quieren tanto, ahora mismo le vas a dar un beso a vista de todos.
Agrega una circunstancia brutal. La mujer quiere resistir, pero dos hombres la han tomado del brazo y la echan sobre Otálora. Arrasada en lágrimas, le besa la cara y el pecho. Ulpiano Suárez ha empuñado el revólver. Otálora comprende, antes de morir, que desde el principio lo han traicionado, que ha sido condenado a muerte, que le han permitido el amor, el mando y el triunfo, porque ya lo daban por muerto, porque para Bandeira ya estaba muerto.
Suárez, casi con desdén, hace fuego.

JULIO CORTAZAR Y BOOM LATINOAMERICANO, GRADO 9


Hola muchachos, estuve buscando textos que les pueden ayudar, encontré esta página que habla sobre la literatura en latinoamericana. Desde la página 4, pueden encontrar sobre el Boom y Julio Cortázar.

Espero les sirva para repasar, éxitos

Paola Andrea

http://aulico.files.wordpress.com/2008/10/sobre-la-narrativa-latinoamericana-y-julio-cortazar.pdf

martes, 3 de febrero de 2015

LITERATURA DE LA VANGUARDIA GRADO 11

BREVÍSIMA RESEÑA DE LA VANGUARDIA Y ALGUNOS POEMAS
La acepción primera de la palabra vanguardia pertenece al lenguaje militar. En Francia comienza a usarse aplicada a la política entre los socialistas utópicos hasta que adquiere, con Marx y Engels, el sentido de minoría esclarecida encargada de conducir la revolución.
Las Literaturas de Vanguardia surgen como una manifestación del rompimiento de cánones culturales establecidos con anterioridad.
Florecieron después de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y fueron sucediéndose hasta el desencadenamiento del segundo conflicto bélico en 1939.
Espíritu pionero en la búsqueda de nuevas formas de expresión artística y literaria: así como el deseo de liberación (y de rebeldía iconoclasta: Futurismo, Dadaísmo, Surrealismo) de las trabas morales, políticas y religiosas que impiden la emancipación y desarrollo integral del hombre.
CALIGRAMAS, CUBISMO EN LA POESIA DE APOLLINAIRE




 GUILLAUME APOLLINAIRE 1880- 1918 ITALIA- FRANCIA
EL PUENTE MIRABEAU
El puente Mirabeau mira pasar el Sena
Mira pasar nuestros amores.
Y recuerda al alma serena
Que la alegría siempre viene tras de la pena

 Viene la noche suena la hora
 Y los días se alejan
 Y aquí me dejan

Frente a frente mirémonos-las manos enlazadas-
 Mientras que pasan bajo el puente
 De nuestros brazos -fatigadas-
Las hondas silenciosas de nuestras dos miradas

 Viene la noche suena la hora
  Y los días se alejan
  Y aquí me dejan

El amor se nos fuga como esta agua corriente
El amor se nos va
Se va la vida lentamente
Cómo es de poderosa la esperanza naciente

 Viene la noche suena la hora
 Y los días se alejan
  Y aquí me dejan
Huyen el lento día y la noche serena

Mas nunca vuelven
Los tiempos que pasaron ni el amor ni la pena
El puente Mirabeau mira pasar el Sena
 Viene la noche suena la hora
 y los días se alejan
 y aquí me dejan

Versión de Andrés Holguín
JEAN COCTEAU 1889- 1963 FRANCIA
Ayer por la noche...
Ayer por la noche quise tomar un comprimido para dormir; me he dicho que si tomase más, dormiría mejor, 
y que si los tomase todos, dormiría, sin sueño, sin despertar, estaría muerta. (Llora.)...
He tomado doce...en agua caliente... 
.......Como una masa. Y he tenido un sueño. He soñado lo que es. Me he despertado sobresaltada, muy contenta 
porque era un sueño; y cuando he sabido que era verdad, que estaba sola, que no tenía la cabeza encima de tu 
cuello y de tu hombro y mis piernas entre las tuyas, he sentido que ya no podía, que «no podía» vivir...., 
ligera  y fría, y ya no sentía latir mi corazón y la muerte tardaba en venir; y como tenía una angustia espantosa, 
al cabo de una hora he telefoneado a Marta. No tenía valor para morir sola....  Querido......Querido......
Eran las cuatro de la mañana. Ella ha llegado con el médico que vive en su inmueble. Tenía más de cuarenta. 
Parece ser que es muy difícil envenenarse y que siempre se equivoca uno de dosis. El doctor ha hecho una receta 
y Marta se ha quedado conmigo hasta esta noche. Le he suplicado que se marchase porque tú habías dicho que 
telefonearías una última vez, y tenía miedo de no poder hablar libremente......
Muy, muy bien..... En absoluto.... Si, es verdad....... Un poco de fiebre , treinta y ocho y tres ; era cosa nerviosa....
.........¡No te preocupes!...... ¡Qué torpe soy! Me había jurado no darte inquietudes, dejarte marchar tranquilo, decirte:
 «¡Hasta la vista!», como si tuviésemos, que volver a vernos, a encontrar mañana....... 
......Tonta que es una.......¡Sí, sí, tonta!........ Se hace duro el volver a colgar, quedarse en la oscuridad......... 
......... (Llora.).......¡Oiga! Creí que habían cortado.............. Tú eres bueno, querido.......... Mi pobre amorcito al que 
he hecho daño......... Sí, habla, habla, di cualquier cosa........... Sufría hasta retorcerme por suelo y ha bastado que hables 
para que me sienta bien, para que cierre los ojos. ¿Sabes?, algunas veces cuando estábamos acostados, y yo tenía mi 
cabecita en su sitio, con el oído junto a tu pecho, y tú hablabas, yo oía tu voz, la misma exactamente que esta noche 
en el aparato..........¿Cobarde?..........Soy yo la Cobarde. Me habla jurado.....
yo............¡De ninguna manera!  Tú, que......., tú........., tú, que no me has dado siempre más, que felicidad.........
............Pero, querido, te lo repito; no es exacto. Puesto que yo sabía («yo sabía»), esperaba lo que ha ocurrido. 
Mientras que tantas mujeres" imaginan Pasar su existencia junto al hombre a quien aman y se enteran de la ruptura 
sin preparativos, «yo sabía»............................................ Ni siquiera te lo había dicho nunca; pero, fíjate, en casa de la 
modista, en una revista, vi tu fotografía...........Encima de la mesa...bien abiertas las páginas por su sitio.......
Es humano o más bien femenino...........Porque yo no quería estropear nuestras últimas semanas........., no, 
completamente natural............ No me hagas mejor de lo que soy................. ¡Oye! Estoy oyendo música............. 
Digo que oigo música...............Venga, deberías golpear en la pared e impedir que esos vecinos toquen el gramófono 
a estas horas. Han cogido esas malas costumbres porque tú nunca vivías en tu casa.......... 
............Es inútil. Por lo demás, el doctor de Marta vendrá mañana.......... No, no, querido. Es un médico muy bueno, 
y no hay razón alguna de que le ofenda mandando venir a otro........ No te preocupes..... que sí........ que sí..........
Ella te dará noticias.............................
..............Comprendo.....................Comprendo...................... Además, esta vez soy valiente, muy valiente..........
.....¿Qué?.............¡Oh!, sí, mil veces mejor. Si no hubieses llamado, estaría muerta.................
 No................espera ,.................... espera.............................. Encontremos un medio.............
 (Recorre la habitación de punta a cabo y su dolor le arranca lamentaciones.)
Perdóname. Yo sé que esta escena es intolerable y que tienes mucha paciencia, pero compréndeme; yo sufro, sufro. 
Este hilo es el último que me une todavía a nosotros....................
.............................¿Anteayer por la noche? He dormido. Me había acostado con el teléfono..............
No, no. En mi cama............  Sí, ya lo sé.  Soy ridícula, pero tenía el teléfono en la cama porque, a pesar de todo, estamos 
unidos por el teléfono. Llega hasta tu casa y, además, tenía la promesa de tu llamada. Así que figúrate que he tenido un 
montón de sueños. Esta llamada era un verdadero golpe que tú me dabas y yo me caía, o bien un cuello, un cuello que 
se puede estrangular, o bien yo estaba en el fondo de un mar que se parecía al piso de Auteuil, y yo estaba unida a ti por 
un tubo de escafandra y te suplicaba que no cortases el tubo; en fin, sueños estúpidos si se cuentan; únicamente que en 
el sueño tenían vida y era terrible............
Porque tú me hablas. Hace cinco años que vivo de ti, que tú eres mi aire respirable, el único; que paso el tiempo 
esperándote, creyéndote muerto si te retrasas, muriéndome por creer que estás muerto, reviviendo cuando entras y 
por fin estás aquí, muriéndome de miedo cuando te marchas. Ahora tengo aire porque tú me hablas. 
No es tan tonto mi sueño. Si cortas, cortas el tubo................................ 
.......De acuerdo, querido; he dormido. He dormido porque era la primera vez. El médico lo ha dicho: es una 
intoxicación. La primera noche se duerme. Y además el sufrimiento distrae, es completamente nuevo, se soporta. 
Lo que no se soporta es la segunda noche, ayer, y la tercera, esta noche, dentro de unos minutos, y mañana, 
y pasado mañana, y días y días..., ¿qué va a hacer una, Dios mío?........ 

De "La voz humana" 1930
Traducción de Julio Lago
De "Obras escogidas" Editorial Aguilar 1966

 EZRA POUND 1885 -1972. ESTADOS UNIDOS
Encargo
Id, canciones mías, al solitario y al insatisfecho,
id también al desquiciado, al esclavo de las convenciones,
llevadles mi desprecio hacia sus opresores.
Id como una ola gigante de agua fría,
llevad mi desprecio por los opresores.

Hablad contra la opresión inconsciente,
hablad contra la tiranía de los que no tienen imaginación,
hablad contra las ataduras,
id a la burguesa que se está muriendo de tedio,
id a las mujeres de los barrios residenciales,
id a las repugnantemente casadas,
id a aquellas cuyo fracaso está oculto,
id a las emparejadas sin fortuna,
id a la esposa comprada,
id a la mujer comprometida.

Id a los que tienen una lujuria exquisita,
id a aquellos cuyos deseos exquisitos son frustrados,
id como una plaga contra el aburrimiento del mundo;
id con vuestro filo contra esto,
reforzad los sutiles cordones,
traed confianza a las algas y tentáculos del alma.

Id de manera amistosa,
id con palabras sinceras.
Ansiad el hallazgo de males nuevos y de un nuevo bien,
oponeos a todas las formas de opresión.
Id a quienes la mediana edad ha engordado,
a los que han perdido el interés.

Id a los adolescentes a quienes les asfixia la familia...
¡Oh, qué asqueroso resulta
ver tres generaciones reunidas bajo un mismo techo!
Es como un árbol viejo con retoños
y con algunas ramas podridas y cayéndose.

Salid y desafiad la opinión,
Id contra este cautiverio vegetal de la sangre.
Id contra todas las clases de manos muertas.

Versión de Javier Calvo