Teoría del Conocimiento
La teoría del conocimiento es una parte importante de
la filosofía. Pero es difícil precisar cuál es su objeto y más aún
cuáles son los resultados a los que se ha llegado en ella, sin indicar
de antemano desde qué postura, o concepción filosófica se está hablando.
En el artículo sobre gnoseología pueden verse algunas indicaciones
respecto a los diversos planteamientos filosóficos del problema del
conocimiento, y la relación de la denominación «teoría del conocimiento»
con otros términos como «epistemología», &c. Aquí nos limitaremos a
exponer brevemente los problemas fundamentales que plantea hoy una
teoría filosófica del conocimiento.
De ellos el primero es la relación entre conocimiento
científico y no científico. Otro problema importante es el de la
relación entre esta teoría filosófica y las diversas disciplinas
científicas que también se ocupan del conocimiento. Terminaremos
aludiendo a las opciones filosóficas fundamentales en teoría del
conocimiento.
En el contexto de la filosofía tradicional
(escolástica, fundamentalmente) es normal referirse a varios tipos de
conocimiento y establecer una jerarquía entre ellos. Empezando por el
llamado conocimiento vulgar o del sentido común, se pasa inmediatamente
al científico y se señalan después otras formas de conocimiento como el
artístico, el filosófico, el religioso o el teológico, de los cuales
este último suele ser considerado el más perfecto. Dentro de este
esquema es fácil advertir a veces un ligero desplazamiento hacia el
irracionalismo, a partir del cual el conocimiento científico no sólo
ocupa un lugar mínimo en la escala jerárquica de las formas de
conocimiento, sino que incluso puede aparecer como verdadero
desconocimiento, por su carácter parcial, limitado, &c.
Dentro de esta perspectiva, que llamaremos –por
denominarla de alguna manera– «conservadora», adquieren pleno
significado los planteamientos ciertamente metafísicos (en el mal
sentido de la palabra metafísica) respecto a la posibilidad, límites y
esencia del conocimiento.
Desde una perspectiva racionalista, sin embargo, el
modelo de cualquier forma de conocimiento es el conocimiento científico.
Si esta posición se lleva hasta su extremo puede llegarse incluso a
negar que haya otra forma real de conocimiento que no sea el científico.
Nos parece que la postura más adecuada es la
racionalista (que algunos denominarán cientificista) (cientificismo),
pero siempre y cuando se mantenga respecto a la ciencia una postura
suficientemente crítica (El mito de la ciencia). De acuerdo con esto no
parece que tenga mucho sentido hablar de conocimiento religioso o
artístico, y mucho menos considerar a estas «formas de conocimiento»
como más «perfectas» que el conocimiento científico. La misma idea de
perfección no tiene mucho sentido aplicada al conocimiento, salvo para
declarar que es perfectible. Y esto cuadra bien ante todo con el
conocimiento científico. Otra cuestión es que los aspectos afectivos,
emotivos, &c., que figuran en el arte o la religión cumplan también
un determinado papel en la ciencia y que, por consiguiente, la
separación de ésta con respecto a esas otras formas de pensamiento o de
conciencia históricamente dadas sea más bien relativa.
En una teoría general del conocimiento, la teoría
crítica de la ciencia ocupará por lo tanto un papel central; y
paralelamente la problemática sobre las «diferentes formas de
conocimiento» quedaría mejor tratada en una teoría previa sobre las
«formas de pensamiento» en la que se distinguieran los aspectos
histórico-sociológicos o institucionales de éstas (el arte, la religión,
la ciencia) como partes de la cultura, de las cuestiones valorativas
(su valor cognoscitivo en este caso).
El conocimiento es un fenómeno con múltiples
aspectos. Es un fenómeno psicológico, sociológico, biológico incluso.
Cabe, pues, su estudio desde muchos puntos de vista, a partir de
múltiples ciencias empíricas. También en el estudio del conocimiento
científico cabe esta perspectiva científica, representada ya de hecho
por la ciencia de la ciencia. La epistemología genética de Piaget
pretende también constituir una teoría general del conocimiento (de tipo
racionalista: el conocimiento científico como modelo más desarrollado
de cualquier forma de conocimiento) con base en los resultados de
ciencias positivas que se ocupan de los procesos cognoscitivos, como la
psicología genética fundada y desarrollada por el mismo Piaget, la
biología, la sociología y la historia de las ciencias, &c. En el
artículo epistemología nos ocupamos de este programa de investigación.
Por el momento aquí diremos únicamente que, en cualquier caso, no parece
que pueda negarse que todas las investigaciones empíricas sobre los
procesos cognoscitivos parten de preconcepciones filosóficas acerca de
qué es el conocimiento –qué entendemos por conocer la realidad– sin las
cuales no podrían orientarse aquellas investigaciones. Igualmente cabe
señalar, al término del proceso, la posibilidad de diversas
interpretaciones filosóficas de los resultados empíricos.
De hecho, las investigaciones sobre el conocimiento
(de cualquier forma que se entiendan éstas: científica y filosófica)
tienen que enfrentarse desde el principio con opciones de carácter
estrictamente filosófico. Tal es el caso, fundamentalmente, de la opción
necesaria a favor de una de las dos interpretaciones extremas: realismo
o subjetivismo idealista. La concepción realista parte del supuesto de
que el mundo conocido es exterior al sujeto y de que constituye un ideal
de nuestro conocimiento el adecuarse con una realidad previamente dada.
La actitud realista más consecuente es la que viene acompañada del
calificativo «crítico». El realismo crítico añade al realismo la idea de
que nuestro conocimiento nunca agota de forma definitiva, ni se adapta
(o mejor, no sabemos si se adapta) de forma exacta a esa realidad
previamente dada. Frente a esta posición, las diferentes formas de
subjetivismo idealista, implican en diversa medida la idea de que el
conocimiento es un asunto fundamentalmente subjetivo, sin que sea
posible entender la conexión entre nuestro conocimiento y la realidad
que pretendemos conocer. Algunas concepciones actuales como el
fenomenalismo, el operacionalismo, el instrumentalismo, representan en
el fondo diversas variantes del idealismo subjetivo.
Respecto a los supuestos ontológicos que pueden
acompañar a las diversas concepciones sobre el conocimiento, está claro
que aunque no hay una reacción de implicación lógica, las posturas más
coherentes con el realismo por una parte y con el subjetivismo por otra
son, respectivamente, el materialismo y el espiritualismo o idealismo
objetivo.
Miguel A. Quintanilla