Actividades:
1ª.- Lee
el poema de Góngora. Utiliza el diccionario si no entiendes alguna palabra.
EL FORZADO (Luis de Góngora)
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Amarrado
al duro banco
de una galera turquesa, ambas manos en el remo y ambos ojos en la tierra, un forzado de Dragut en la playa de Marbella se quejaba al ronco son del remo y de la cadena: "¡Oh sagrado mar de España, famosa playa serena, teatro donde se han hecho cien mil navales tragedias! Pues eres tú el mismo mar que con tus crecientes besas las murallas de mi patria, coronadas y soberbias, tráeme nuevas de mi esposa, y dime si han sido ciertas |
las
lágrimas y suspiros
que me dice por sus letras; porque si es verdad que llora mi cautiverio en tu arena, bien puedes al mar del Sur vencer en lucientes perlas. Dame ya, sagrado mar, a mis demandas respuesta, que bien puedes, si es verdad que las aguas tienen lengua; pero, pues no me respondes sin duda alguna que es muerta, aunque no lo debe ser, pues que vivo yo en su ausencia". En esto se descubrieron de la Religión seis velas, y el cómitre mandó usar al forzado de su fuerza. |
1a.- Qué
tipo de poema es "El forzado". Razona tu respuesta.
1b.-
Resume el poema.
1c.-
Completa las oraciones que van a continuación.
El
forzado le pide al mar
El forzado, al no recibir respuesta, sospecha
Sin embargo, el forzado, al ver que él vive, confía
El forzado, al no recibir respuesta, sospecha
Sin embargo, el forzado, al ver que él vive, confía
1d.-
Escribe el nombre de los recursos estilísticos empleados en las expresiones.
cien
mil
navales tragedias
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mar que con tus crecientes besas
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Sonetos de Góngora
En
"Canto a Córdoba", Góngora recuerda su ciudad natal, Córdoba, y
escribe este soneto que envía a sus amigos. El soneto comienza con una
exaltación de la ciudad y su entorno, y termina afirmando su constante
recuerdo de ella.
En
"A la mujer joven", el poeta toca el tema renacentista: aprovecha
el tiempo, la vida que tienes; goza de la juventud mientras dura. El soneto
se construye sobre la exaltación de la belleza de una mujer joven.
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CANTO A CÓRDOBA
¡Oh
excelso muro, oh torres coronadas
de honor, de majestad, de gallardía! ¡Oh gran río, gran rey de Andalucía, de arenas nobles, ya que no doradas! ¡Oh fértil llano, oh sierras levantadas, que privilegia el cielo y dora el día! ¡Oh siempre glorïosa patria mía, tanto por plumas cuanto por espadas! ¡Si entre aquellas ruïnas y despojos que enriquece Genil y Dauro baña tu memoria no fue alimento mío, nunca merezcan mis ausentes ojos ver tu muro, tus torres y tu río, tu llano y sierra, oh patria, oh flor de España! |
A LA MUJER JOVEN
Mientras
por competir con tu cabello,
oro bruñido, el Sol relumbra en vano, mientras con menosprecio en medio el llano mira tu blanca frente el lirio bello; mientras a cada labio, por cogello, siguen más ojos que al clavel temprano y mientras triunfa con desdén lozano de el luciente cristal tu gentil cuello goza cuello, cabello, labio y frente antes que lo que fue en tu edad dorada oro, lirio, clavel, cristal luciente, no sólo en plata, o víola troncada se vuelva, mas tú y ello juntamente en tierra, en humo, el polvo, en sombra, en nada. |
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Sonetos de Quevedo
En
"Advertencia a un ministro", Quevedo advierte al poder, en la persona
de un ministro, lo peligroso que es humillar al pueblo, pues es darle razones
para rebelarse contra quien gobierna mal.
En
"¡Cuán frágil es la vida!", desarrolla la idea de la brevedad de la
vida; idea que tocan todos los poetas desde la Edad Media; pero que en la
época barroca conduce a un sentimiento de desolación y desengaño.
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ADVERTENCIA A UN MINISTRO
Tú, ya,
¡oh ministro!, afirma tu cuidado
en no injuriar al mísero y al fuerte; cuando le quitas oro y plata, advierte que les dejas el hierro acicalado.
Dejas
espada y lanza al desdichado,
y poder y razón para vencerte; no sabe pueblo ayuno temer muerte; armas quedan al pueblo despojado.
Quien
ve su perdición cierta, aborrece,
más que su perdición, la causa della; y ésta, no aquélla, es más quien le enfurece.
Arma su
desnudez y su querella
con desesperación, cuando le ofrece venganza del rigor quien le atropella. |
¡CUÁN FRÁGIL ES LA VIDA!
¡Cómo
de entre mis manos te resbalas!
¡Oh, cómo te deslizas, edad mía! ¡Qué mudos pasos traes, oh muerte fría, pues con callado pie todo lo igualas!
Feroz,
de tierra el débil muro escalas,
en quien lozana juventud se fía; mas ya mi corazón del postrer día atiende el vuelo, sin mirar las alas.
¡Oh
condición mortal! ¡Oh dura suerte!
¡Que no puedo querer vivir mañana sin la pensión de procurar mi muerte!
Cualquier
instante de la vida humana
es nueva ejecución, con que me advierte cuán frágil es, cuán mísera, cuán vana. |
Es hielo abrasador [Poema: Texto completo.]Francisco de Quevedo | |
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SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ, FENIX DE MEXICO
Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis:
si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?
Cambatís su resistencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.
Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco
el niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.
Queréis, con presunción necia,
hallar a la que buscáis,
para pretendida, Thais,
y en la posesión, Lucrecia.
¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo,
y siente que no esté claro?
Con el favor y desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.
Siempre tan necios andáis
que, con desigual nivel,
a una culpáis por crüel
y a otra por fácil culpáis.
¿Pues como ha de estar templada
la que vuestro amor pretende,
si la que es ingrata, ofende,
y la que es fácil, enfada?
Mas, entre el enfado y pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y quejaos en hora buena.
Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.
¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada,
o el que ruega de caído?
¿O cuál es más de culpar,
aunque cualquiera mal haga:
la que peca por la paga,
o el que paga por pecar?
Pues ¿para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.
Dejad de solicitar,
y después, con más razón,
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.
Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.
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