ESPECIALIZACIÓN INFORMÁTICA EDUCATIVA

jueves, 7 de noviembre de 2013

TEXTO CIENTÍFICO GRADO 11, MELINA

1.    ¿De dónde surgió tanta vida?
2.     
Cámbrico: la explosión que cambió el mundo. Imagina un océano sin más sonido que las olas. Un continente entero de roca pelada, de charcos con precipitaciones químicas, de sol inclemente, lluvia y rayos, de volcanes y avalanchas, de ríos completamente cristalinos, de erosión y deposición sin límite. Imagina una atmósfera asfixiante compuesta de inerte nitrógeno y gases reductores: un planeta dominado por las puras fuerzas de la geología y la química. Estás imaginando la Tierra hace 4.000 millones de años, poco después de su formación; si es que podemos llamar “poco” a un período de tiempo 10 veces mayor que el que nos separa de los últimos dinosaurios. Fue entonces cuando la vida surgió. En rocas de hace 3.800 millones de años aparecen restos, pistas de que ya por entonces había seres vivos: algas, bacterias, seres unicelulares y anaerobios que empezaron a colonizar y a cambiar los mares y las tierras. Durante más de 1.000 millones de años, aquellos diminutos seres se reprodujeron y evolucionaron; hace 2.700 millones de años ya eran capaces de formar tapices bacterianos como los que conocemos hoy y que crearon fósiles característicos llamados estromatolitos. Hace 2.400 millones de años, la contaminación que provocaron causó la mayor extinción de la Historia de la Vida y cambió el planeta para siempre. Porque aquellos seres vivos eran capaces de realizar la fotosíntesis, y su tóxico producto de desecho (el oxígeno) envenenó para siempre la atmósfera. Murieron muchos, incapaces de enfrentarse a un elemento tan reactivo. Pero otros se adaptaron y la vida siguió. El ser vivo más complejo del planeta fue durante miles de millones de años un tapiz de bacterias unicelulares unidas por una matriz mucosa compartida. A lo largo del 87% de la edad de la Tierra, aquí solo hubo roca, agua y, en los bordes, algo de moco.
Pero hace 540 millones de años, algo ocurrió; y no sabemos qué. Si en las rocas más antiguas la vida apenas dejó marcas, después de esa frontera apareció de repente una increíble variedad de animales y plantas, una cornucopia de vida en la que podemos reconocer los ancestros de los seres vivos que hoy habitan la Tierra, y también formas extrañas, parientes descarriados, experimentos biológicos que no sobrevivieron al implacable filtro de la selección natural. Hace 540 millones de años se produjo una explosión de diversidad biológica que llamamos la Explosión Cámbrica. Sabemos que somos hijos y nietos de los organismos que aparecieron entonces.
Pero no sabemos por qué o cómo ocurrió. De encontrar en las rocas antiguas meras evidencias microscópicas o geoquímicas, pasamos a encontrar en el Cámbrico de todo. Desde los tubos mineralizados, espinas y espículas (¿quizá de esponjas), placas de blindaje, conchas de braquiópodos y moluscos de la Fauna Tomotiana a los primeros trilobites, que aparecieron hace 530 millones de años, y los primeros equinodermos. La fauna de Burgess Shale, datada en unos 505 millones de años, incluye formas desconocidas de crustáceos y otros artrópodos, así como extrañas criaturas que ha sido complicado interpretar o relacionar con los grupos actuales, como la archifamosa Hallucigenia, los Anomalocaris y el raro ancestro de los artrópodos, Opabinia. En apenas unas decenas de millones de años se produjo la súbita aparición de casi todos los grandes grupos actuales, además de formas desconocidas hoy como propina.


¿Qué ocurrió?
A finales de la era Proterozoica sucedió algo; algo que cambió la dinámica de los seres vivos y del planeta para siempre. Donde antes solo había seres unicelulares aparecieron los pluricelulares (metazoos); donde se federaban cianobacterias y quimiolitótrofos apareció la especialización celular, los tejidos, y con ellos la posibilidad de crecer, de moverse, de alimentarse más y mejor. Sabemos que esa aparición no fue tan súbita como en principio parecía; faunas excepcionalmente preservadas, como las de Ediacara (630-540 millones de años) nos han mostrado que antes del Precámbrico, y su invención de las conchas y caparazones, ya había metazoos. Sabemos que la Explosión Cámbrica está asociada a cambios planetarios, pues pueden detectarse anomalías isotópicas de varios metales en esa época que sugieren cambios climáticos globales, quizá un periodo de glaciación completa (la Tierra Bola de Nieve), o un cambio en la distribución continental. Lo que no sabemos es por qué ocurrió todo esto.
La glaciación global podría haber provocado extinciones masivas, creando los llamados “cuellos de botella” genéticos, un mecanismo que sabemos que acelera la evolución. La concentración de oxígeno atmosférico, iniciada mucho antes, podría haber alcanzado un punto crítico a finales del Proterozoico, haciendo posible la existencia de organismos pluricelulares.
Los mecanismos genéticos básicos que controlan el crecimiento de los seres vivos, que son sorprendentemente similares en todos los grupos actuales, podrían haber conseguido un grado suficiente de complejidad como para permitir el desarrollo de formas de vida mucho más complejas. La invención de la caza, en un mundo hasta entonces dominado por organismos autosuficientes, quizá puso en marcha una desesperada carrera evolutiva predador-presa, en la que la nueva presión selectiva habría acelerado las modificaciones corporales para asegurar la supervivencia.

Hay muchas explicaciones para la súbita aparición de todos esos grupos animales en nuestro pasado. Pero no sabemos cuál es la más importante, si es que la Explosión Cámbrica no fue una confluencia de todas ellas. Hace demasiado tiempo, y tenemos demasiados pocos fósiles; tal vez nunca lleguemos a saber cuál fue el origen último de este cambio, quizá el más importante de la Historia de la Vida en la Tierra.

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