Dirección: Alfonso Cuarón.
País: USA.
Año: 2004.
Duración: 136 min.
Género: Aventuras, fantasía.
Interpretación: Daniel Radcliffe (Harry Potter), Emma Watson (Hermione Granger), Rupert Grint (Ron Weasley), Robbie Coltrane (Hagrid), Gary Oldman (Sirius Black), Michael Gambon (Albus Dumbledore), Richard Griffiths (Tío Vernon), Fiona Shaw (Tía Petunia), Alan Rickman (Profesor Severus Snape), Maggie Smith (Profesora Minerva McGonagall), Timothy Spall (Peter Pettigrew), David Thewlis (Profesor Remus J. Lupin), Tom Felton (Draco Malfoy), Julie Christie (Madame Rosmerta), Emma Thompson (Sybil Trelawney).
Guión: Steve Kloves; basado en la novela de J.K. Rowling.
Producción: David Heyman, Chris Columbus y Mark Radcliffe.
Música: John Williams.
Fotografía: Michael Seresin.
Montaje: Steven Weisberg.
Diseño de producción: Stuart Craig.
Dirección artística: Alan Gilmore, Steven Lawrence, Gary Tomkins y Alexandra Walker.
Vestuario: Jany Temime.
Estreno en USA: 4 Junio 2004.
Estreno en España: 18 Junio 2004.
País: USA.
Año: 2004.
Duración: 136 min.
Género: Aventuras, fantasía.
Interpretación: Daniel Radcliffe (Harry Potter), Emma Watson (Hermione Granger), Rupert Grint (Ron Weasley), Robbie Coltrane (Hagrid), Gary Oldman (Sirius Black), Michael Gambon (Albus Dumbledore), Richard Griffiths (Tío Vernon), Fiona Shaw (Tía Petunia), Alan Rickman (Profesor Severus Snape), Maggie Smith (Profesora Minerva McGonagall), Timothy Spall (Peter Pettigrew), David Thewlis (Profesor Remus J. Lupin), Tom Felton (Draco Malfoy), Julie Christie (Madame Rosmerta), Emma Thompson (Sybil Trelawney).
Guión: Steve Kloves; basado en la novela de J.K. Rowling.
Producción: David Heyman, Chris Columbus y Mark Radcliffe.
Música: John Williams.
Fotografía: Michael Seresin.
Montaje: Steven Weisberg.
Diseño de producción: Stuart Craig.
Dirección artística: Alan Gilmore, Steven Lawrence, Gary Tomkins y Alexandra Walker.
Vestuario: Jany Temime.
Estreno en USA: 4 Junio 2004.
Estreno en España: 18 Junio 2004.
J.K.
Rowling: Sueños que se hacen realidad...
Sucedió durante las Navidades de 2001, justo
poco después del estreno cinematográfico de "Harry Potter y la piedra filosofal". Me encontraba en una
pequeña librería, de esas en las que el trato con el comprador suele conciliar
la cortesía con la profesionalidad. Al tratarse de una época festiva y en la
que un regalo cobra un significado muy especial, la tienda se hallaba repleta
de clientes, desta-cando en un rincón un ruidoso grupo de mocosos. Sus
disputas, siempre dentro de los habituales pataleos que de vez en cuando se
producen entre los menores de edad, no versaban ni sobre cuál era el mejor
equipo de fútbol del mundo ni si Sonic o Mario eran los personajes más
carismáticos de la industria del videojuego. El caso es que tampoco se
pavoneaban de aquello que se ha convertido en uno de los mayores lastres de la
sociedad contemporánea, esto es, de llevar una determinada ropa de marca o unas
carísimas zapatillas deportivas. No, su tema de discusión se debía a que unos
se vanagloriaban por el simple hecho de haber leído enteras todas las novelas
editadas hasta aquella fecha del famoso mago que con tanto éxito Chris Columbus
había trasladado a la pantalla grande.
La causante de semejante
escena no era otra que J.K. Rowling,
flaman-te Premio Príncipe de Asturias de la Concordia 2003 debido, según el
Jura-do que se lo otorgó, a «las características de su obra, que trasciende el
ámbito literario, para convertirse en un vínculo de unión entre continentes y
generaciones que promueve la imaginación como fuente de libertad al ser-vicio
del bien y la cooperación y la solidaridad entre las personas». Como ella misma
declaró en el discurso que preparó para la ceremonia en el que recogió dicho
galardón, su intención a la hora de crear el universo en el que transcurren las
aventuras de Harry Potter «no fue ni enseñar ni predicar a los niños. De hecho,
creo que salvo raras excepciones, las obras de ficción infantil sufren si el
autor o autora está más interesado en instruir a sus lectores que en
cautivarlos con un cuento. Sin embargo, siempre he creído que los libros de
Harry Potter son altamente morales. Quise representar las ambigüedades de una
sociedad donde la intolerancia, la crueldad, la hipocresía y la corrupción
abundan, para demostrar mejor lo heroico que es, cualquiera que sea tu edad,
luchar en una batalla que nunca se ganará».
Nos encontramos, pues, ante un
fenómeno sociológico en el que, según palabras de su propia autora, no prima
tanto el mensaje, que existe, como el deseo de despertar una imaginación en
ocasiones demasiado adormecida por la dura realidad. Los detractores de
Rowling, bastante abundantes, argumentan que la escritora actualmente tan sólo
tiene sus ojos puestos en proteger escrupulosamente a los personajes que ella
misma ha creado y en incrementar su fortuna personal (así, en mayo de 2004 una
obra de teatro londinense tuvo que ser modificada porque algunos de sus
fragmentos se referían al aprendiz de mago y sus haza-ñas, algo que no está
permitido, pues Warner Brothers posee los derechos de toda producción musical o
teatral relacionada con esta franquicia hasta el año 2007). Por supuesto, los
hay que también la tachan de venderse a lo comercial y de redactar textos de
dudosa calidad artística.
Para rebatir dichas
opiniones habría que hacerse la siguiente pregunta: ¿cómo consiguió alcanzar
esta mujer la popularidad de la que ahora mismo goza? ¿Consistió todo en una
espectacular campaña de marketing o, por contra, el fenómeno de Harry Potter
desbordó las previsiones más optimistas de su propia artífice? Joanne Rowling
nació el 31 de julio de 1965 en Yate, Inglaterra. Tras graduarse, ejerció de
maestra, hasta que un día de 1990, y a causa de un retraso de cuatro horas en
el tren que cubría la línea entre Manchester y Londres, creó al personaje que
daría pie a toda una saga de magia y aventuras. Una vez terminó el libro, algo
que le llevó seis años y todo ello mientras atravesaba una difícil crisis
económica, tuvo la suerte de encontrar un agente literario que la representara
(Christopher Little), pero no una
editorial que quisiera publicar una obra dedicada al público infantil y juvenil
pero cuyo grosor era significativamente superior al habitual en este tipo de
títulos. Envió manuscritos a un buen número de editoriales, pero todas los
rechazaron. Sin embargo, una de ellas finalmente sí aceptó lanzar al mercado su
trabajo: Bloomsbury. Poco a poco "Harry Potter y la piedra filosofal"
comenzó a ven-derse muy bien, y ello sin apenas haberse publicitado, aunque sí
es verdad que obtuvo algún que otro reconocimiento por parte de la crítica
especializada. Su lanzamiento en Estados Unidos también resultó todo un éxito,
de ahí que la Warner pronto se hiciera con los derechos de sus novelas para
acrecentar aún más el mito que había brotado de su mente.
En todo caso, son muchas las voces
autorizadas que han de-fendido el trabajo de J. K. Rowling. Así, Pilar
García Mouton, profesora de Investigación en el Instituto de la Lengua
Española del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, comentó en su día
de forma positiva que, «en una época en la que la lectura parecía una batalla
perdida, [...] niños de muchos países luchen por poder leer libros de cientos
de páginas. La imaginación de esos millones de niños de todo el mundo tendrá
siempre en esos textos un lugar de encuentro que será un lazo de paz para toda
una generación". Rosa Navarro, catedrática de Literatura
Española de la Universidad de Barcelona, también declaró que «la fuerza de las
aventuras de Harry Potter es tal que los jóvenes han aprendido inglés para
poder leerlo en cuanto apareciera en el mercado. El poder que emana de estas
obras lleva a la lectura o al aprendizaje: dos actividades que proporcionan
enormes beneficios a la persona». Incluso Ana María Matute ha
llegado a ensalzar la vertiente «políticamente incorrecta» de estas obras.
Según ella, los niños se han alejado de la lectura porque viven bajo «lo
políticamente correcto, que como todo lo impuesto, es horrendo».
Son, en definitiva,
comentarios y puntos de vista personales que se han de respetar, al igual que
los de aquellos que no sienten simpatía alguna por todo lo que tenga que ver
con el mundo de Harry Potter. Sin embargo, creo que las películas están
tomando su propio camino y, no como en "Harry Potter y la piedra
filosofal", intentan atenerse más a una estructura cinematográfica que
literaria. Por supuesto que Rowling, como casi cualquier autor que expresa
sus inquietudes por me-dio de una obra artística, bebe de numerosas fuentes y
no es del todo original, mas ella misma lo reconoce así y es una estupenda forma
de que sus lectores se interesen por algunas mitologías y leyendas a las que de
otra forma nunca les hubieran prestado atención. Por otra parte, el lector más
joven va creciendo al mismo tiempo que los protagonistas de la saga, haciéndose
las habituales preguntas y enfrentándose a los mismos problemas que un
adolescente cualquiera, mas todo ello sin olvidar que debemos dejar un
huequecito en nuestro corazón para la magia y las ilusiones. Cierto que todos
hemos de arrostrar la severidad que a veces se presenta sin aviso en nuestras
vidas, pero quizás una fértil imaginación pueda servirnos de ayuda para seguir
adelante y no dejarnos consumir por la adversidad. Si todo ello lo ha
conseguido J.K. Rowling en alguna persona, bienvenidos sean sus libros...
Fuentes consultadas: Europa Press; Fundación Príncipe de Asturias;
HarryLatino.Com; Internet Movie Data Base.
Imágenes de "Harry Potter y el prisionero de
Azkaban" - Copyright © 2004 Warner Bros. Pictures, 1492 Pictures y Heyday
Films. Distribuida en España por Warner Sogefilms. Todos los derechos
reservados.
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