ESPECIALIZACIÓN INFORMÁTICA EDUCATIVA

lunes, 26 de enero de 2015

TEXTOS INFORMATIVOS DE OPINIÓN, GRADO 10

16, ENERO 2015

¿Qué tan sagrado es Dios?

Julio César Londoño
Las respuestas a la pregunta del título son obvias: para los creyentes, Dios es paradigma y fuente de la sacralidad.

El agua, el aire y los pájaros son sagrados porque son criaturas suyas. Para los ateos, Dios es un símbolo, un concepto cosmológico, y como tal puede ser “significativo”, “cultural”, incluso “histórico”, cualquier cosa menos “sagrado”, un adjetivo que sólo tiene, para ellos, valor metafórico.
Pienso en esto a raíz de las caricaturas de Charlie Hebdo y las tragedias de la semana pasada (“hebdo” es la abreviatura de una palabra larga, pretenciosa y fea, hebdomadaire, hebdomadario, tan inferior a la tranquila y natural semaine, semanal).
Para empatar estos párrafos, preguntémonos: ¿es ético hacer caricaturas de Dios? Para los orientales, la respuesta es “no”; para los occidentales... ¡tampoco! Occidente repudió la desproporción entre el acto, las caricaturas, y la respuesta, el asesinato de los dibujantes. Es una actitud muy semejante a la posición de los musulmanes progresistas, como la culta comunidad sufí, por ejemplo, pero Occidente no aprueba la blasfemia, y ni siquiera logra separar todavía las leyes de las creencias, por la sencilla razón de que también es un hemisferio creyente. Aquí y allá, Dios es un tabú, una potencia sobrenatural con la que no es prudente jugar.
El 7 de enero, Patricia Janiot, la presentadora (y súbita analista en caliente), dijo en CNN que las caricaturas de Charlie Hebdo eran “provocadoras”. Fue un adjetivo muy desafortunado porque justificaba, tácitamente, la masacre. Dos días después, el editorial de The New York Times explicaba que las caricaturas de Charlie Hebdo habían causado la violenta reacción del extremismo musulmán. Es el mismo error de CNN, con el agravante de que se escribió “en frío”. El papa Francisco dijo en Filipinas que “en aras de la libertad de prensa no se puede ofender la fe de los demás”. Obama no asistió a la manifestación del domingo. ¿Están todos —CNN, NYT, Obama y el Vaticano— pisando pasito?
La presencia de 44 líderes mundiales en la manifestación de París fue más un rechazo al terrorismo que una defensa de la libertad de prensa.
Viéndolo bien, tiene sentido que dos divinidades irascibles a las que jamás se les vio sonreír, Jesús y Alá, no toleren el humor. Aunque Jehová jugaba bromas pesadas (recordemos a Job y a Abraham) y Alá ordenó muy serio que un hombre no debía tener más de cuatro esposas (bueno es culantro pero no tanto, rugió el profeta), la risa es peligrosa porque agrieta el dogma, las columnas del templo, y espanta a los demonios, tan necesarios para mantener a raya a la grey.
Ponerle límites al humor es absurdo, y por fortuna imposible. Es como tratar de programar el deseo. El humor está siempre presente en todas partes, incluso en los funerales. Incluso contra el muerto. Sobre todo contra el muerto. Pedirle solemnidad a un caricaturista es pretender que traicione su credo, que renuncie a su veta más rica, la burla de la solemnidad. Pedirle que respete instituciones o tradiciones es cambiarle el lápiz por un abanico. Es pretender que el bufón se comporte como un discreto cortesano. Es pedirle carcajadas a Jesús, o tolerancia a Alá, o equidad de género a ambos, o lógica a las religiones, o generosidad a la banca o principios a la política.
Si alguien tiene dudas todavía sobre la importancia de la libertad de opinión en general, y del brío del dibujo político en particular, le sugiero que le eche una mirada a los bellos, agudos y furiosos trazos de la indignación, las respuestas de los caricaturistas a la demencia del extremismo musulmán.
  • Julio César Londoño | Elespectador.com




MEDIO AMBIENTE 26 ENE 2015 - 8:30 PM

Calentamiento marino derrite uno de los mayores glaciares de la Antártida

Expertos apuntan a que la Antártida Oriental es más vulnerable de lo que se pensaba

 Uno de los glaciares más grandes del planeta, Totten, se derrite por las aguas calientes, lo que evidencia la vulnerabilidad de la Antártida Oriental y su papel en el aumento del nivel de los océanos.
Con sus 120 kilómetros de largo y sus 30 kilómetros de ancho, el Totten "es uno de los más grandes glaciares del planeta y uno de los sistemas glaciares menos comprendidos", dijo a Efe Steven Rintoul, jefe de una expedición científica que midió las aguas por debajo de su capa de hielo.
El científico australiano de origen estadounidense aclaró que se trata de las primeras mediciones de las temperaturas de las aguas que rodean al Totten, que está situado a unos 3.200 kilómetros al sur de la isla australiana de Tasmania, y por tanto es prematuro imaginar un vínculo con el cambio climático.
A pesar de ello, Rintoul reflexionó que "la Antártida Oriental es más vulnerable de lo que se pensaba y puede contribuir al aumento del nivel de las aguas", en una medida que aún se desconoce.
El Totten se desagua a 538.000 kilómetros cuadrados de la Antártida Oriental (un poco más grande que el territorio español) y de él fluyen unas 70.000 millones de toneladas de hielo cada año, una cantidad que podría llenar cada dos días y medio laBahía de Sídney, pero hasta el momento esta descarga se ha considerado como normal.
Pero este inmenso glaciar de la Antártida Oriental, una de las dos grandes regiones del continente blanco, se está derritiendo desde abajo por efecto de las aguas calientes que lo rodean, tal y como lo comprobó la investigación de 23 científicos y técnicos que viajaron a bordo del rompehielos australiano Aurora Australis.
Las imágenes de los satélites ya daban cuenta de que el Totten se estaba derritiendo, pero el estudio liderado por Rintoul comprobó la hipótesis de que las aguas calientes la están derritiendo desde sus cimientos.
"Antes se solía pensar que esta parte de la Antártida Oriental estaba protegida y era menos susceptible a los cambios como lo es la Antártida Occidental y por primera vez se ha podido tener evidencias de que las aguas calientes están llegando hasta el Totten", enfatizó Rintoul, al referirse a esta expedición que logró por primera vez llegar hasta la parte frontal del glaciar para medir las aguas submarinas.
A su derretimiento contribuye el hecho de que el Totten se asienta sobre un lecho de rocas que está muy por debajo del nivel del mar, lo que lo expone más a las aguas calientes, en un proceso parecido al que sucede en las zonas antárticas al sur de Sudamérica y que no se puede revertir.
Las temperaturas de las aguas frente al Totten al momento de las mediciones era de unos cuatro grados bajo cero, pero mucho más cerca de la base el agua es "tres grados más caliente que el punto de congelación", que depende de la profundidad del océano, explicó el científico.
Rintoul, jefe de la expedición de la División Australiana Antártica, aclaró que el Totten no se derretirá completamente.
"Al menos no en muchos milenios", subrayó Rintoul al subrayar que no debe esperarse que los niveles del mar en el planeta aumenten en seis veces, que es lo que podría suceder en el remoto caso de que se desintegre completamente el Totten.
Con las muestras camino al laboratorio y nuevos estudios por delante y proyectos para desarrollar nuevas técnicas de medición, Rintoul espera poder determinar en un futuro cuánta agua glacial está presente en los mares y hallar la "firma química" del Totten.
También intenta averiguar cuánto tiempo más las aguas antárticas pueden contribuir a sumir el CO2 de la atmósfera.
"Los mares antárticos como sumideros nos hacen un servicio, pero éste viene con un coste, que es la acidificación de los océanos. Los cambios en la química de los océanos tienen implicaciones, como en la vida marina", alertó el experto. 


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